destinada, en contra de lo que tantas veces se ha dicho, a proteger a las personas, especialmente a las más débiles, y no a los bienes materiales. La Biblia nunca antepone la propiedad privada a las necesidades de los pobres o de los desposeídos, sino que sus leyes específicas pretenden siempre velar por la igualdad económica de todos y mantener así una sociedad justa y equilibrada. Ningún israelita podía privar a otro de los bienes necesarios para llevar una vida digna. El ladrón tenía que recompensar
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